jueves, 12 de julio de 2012

EL TANGO

HABLEMOS UN POCO SOBRE “EL TANGO”




El tango es un género musical tradicional de Argentina y Uruguay, nacido de la fusión cultural entre emigrantes europeos, descendientes de esclavos africanos y de los nativos de la región del Río de la Plata. Musicalmente suele tener forma binaria (tema y estribillo) o ternaria (dos partes a las que se agrega un trío). En esencia, es una expresión artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana («arrabalero»), que responde al proceso histórico concreto del mestizaje biológico y cultural de la población rioplatense pre-inmigración y la inmigración masiva, mayoritariamente europea, que reconstituyó completamente las sociedades rioplatenses, a partir de las últimas décadas del siglo XIX.
Su interpretación puede llevarse a cabo mediante una amplia variedad de formaciones instrumentales, siendo las más características el cuarteto de guitarras, el dúo de guitarra y bandoneón, el trío de bandoneón, el piano y contrabajo, así como la orquesta típica o el sexteto.
Las letras de sus canciones están compuestas basándose en un argot local llamado lunfardo que, suelen expresar las tristezas, especialmente «en las cosas del amor», que sienten los hombres y las mujeres de pueblo, circunstancia que lo emparenta en cierto modo con el blues, sin que por ello obvie  al tratamiento de otras temáticas humoristas y políticas.
Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, definió al tango como «un pensamiento triste que se baila».
En 2009 fue presentado por los presidentes de la Argentina y Uruguay para ser incluido, y finalmente aprobado en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) de la Humanidad por la Unesco.
Sobre la etimología de la palabra Tango.- El término parece provenir del idioma ibibio (idioma de la familia lingüística Níger-Congo), tamgú: ‘tambor’ y ‘bailar (al son del tambor)’. Se desconoce a ciencia cierta si la palabra española tambor proviene de este ibibio tamgú o del árabe hispánico tabal. En el siglo XIX, en la isla El Hierro (de las islas Canarias) y en otros lugares de América, la palabra «tango» significaba ‘reunión de negros para bailar al son del tambor’.
A finales del siglo XVIII (entre 1780 y 1791) el cabildo de la Buenos Aires emitió a saber al menos tres informes al virrey, denunciando las prácticas musicales y religiosas de los esclavos. Una de ellas se efectuó en 1789, Manuel Warnes (entonces funcionario del cabildo de Buenos Aires), elevó una denuncia contra ciertas prácticas de los esclavos africanos y sus descendientes (esclavos afroargentinos) residentes en Buenos Aires diciendo lo siguiente: "No permitan semejantes bailes y juntas las del tango, porque en ellas no se trata sino del robo y de la intranquilidad para vivir los negros con libertad y sacudir el yugo de la esclavitud".
En los albores del siglo XIX, el cabildo de Montevideo certificó la existencia de los Candombes, a los que llama alternativamente Tangos o Tambos, prohibiéndoles llevar a cabo su actividad escénica bajo el argumento de la lesión a la moral pública y castigando a sus cultores. Una resolución del Cabildo de Montevideo de común acuerdo con el gobernador Francisco Javier Elío del 26 de setiembre de 1807, cuyo título es "Sobre Tambos bailes de negros" reza: "Que respecto á que los bailes de negros son por todos motivos perjudiciales, de prohíban absolutamente dentro y fuera de la Ciudad, y que se imponga al que contravenga el castigo de un mes á las obras publicas". En el Índice General de Acuerdos, un libro manuscrito de esa misma época, se utiliza la palabra Tangos por Tambos.
El historiador Ricardo Rodríguez Molas investigó los lenguajes de los esclavos llevados a la Argentina. La mayoría provenía de etnias de Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán. Para ellos, tangó significaba ‘espacio cerrado’, ‘círculo’ y cualquier espacio privado al que para entrar hay que pedir permiso. Los traficantes de esclavos españoles llamaban «tangó» a los lugares donde encerraban a los esclavos, tanto en África como en América. El sitio donde los vendían también recibía ese nombre. Antes de 1900 a este género se lo llamaba «tango canyengue », palabra de origen africano. Los negros porteños la pronunciaban caniengue y desde 1900 los blancos lo escribieron y pronunciaron canyengue (con la ye porteña).
El «caminar canyengue» es una manera de caminar del compadrito, de cadenciosos movimientos de cadera. También se lo llama «caminar arrabalero», siendo «arrabal», los suburbios o barrios bajos de las antiguas ciudades de Buenos Aires y Montevideo (en esta ciudad era característica la zona del Bajo con la calle Yerbal). Como lo representa Tita Merello en la película Arrabalera (1945).
El Diccionario de la Lengua Española de la RAE, en su edición de 1899, definía al tango como una ‘fiesta y danza de negros o de gente del pueblo, en América’ y también, como segunda acepción, ‘la música de esa danza’. Es interesante notar que el diccionario le suponía al término un origen latino que hoy parece erróneo, es decir, a partir de la 1ª pers. sing. de tangir (ego tango), evolución romance del verbo latino tangere, i.e. tañer un instrumento. El error persistía en la edición de 1914. Las siguientes ediciones eliminaron la aventurada etimología.
La edición de 1925 definía al tango como antes, aunque ya sin la errónea etimología latina, y agregaba: ‘Danza de alta sociedad importada de América al principio de este siglo’. Esto evidencia que el tango había pasado de ser de clase baja a la clase alta. También se agregaron más acepciones: ‘Música de esta danza’ y ‘tambor de Honduras’. En el creole que se habla en los «morenales» de la costa caribeña de Honduras (de población mayoritariamente negra) se conservan muchas palabras originales africanas. La edición de 2001, la vigésima segunda, definió el tango como un ‘baile rioplatense, difundido internacionalmente, de pareja enlazada, forma musical binaria y compás de dos por cuatro’. El término gotán significa ‘tango’ en vesre.
Es generalmente aceptado que la utilización de esta palabra a principios del siglo XIX no certifica vinculación alguna con el Tango que se surgió a fines de ese mismo siglo.
El término parece provenir del idioma ibibio (idioma de la familia lingüística Níger-Congo), tamgú: ‘tambor’ y ‘bailar (al son del tambor)’. Se desconoce a ciencia cierta si la palabra española tambor proviene de este ibibio tamgú o del árabe hispánico tabal. En el siglo XIX, en la isla El Hierro (de las islas Canarias) y en otros lugares de América, la palabra «tango» significaba ‘reunión de negros para bailar al son del tambor’.
A finales del siglo XVIII (entre 1780 y 1791) el cabildo de la Buenos Aires emitió al menos tres informes al virrey, denunciando las prácticas músicales y religiosas de los esclavos. Una de ellas se efectuó en 1789, Manuel Warnes (entonces funcionario del cabildo de Buenos Aires), elevó una denuncia contra ciertas prácticas de los esclavos africanos y sus descendientes (esclavos afroargentinos) residentes en Buenos Aires diciendo lo siguiente: "No permitan semejantes bailes y juntas las del tango, porque en ellas no se trata sino del robo y de la intranquilidad para vivir los negros con libertad y sacudir el yugo de la esclavitud".
En los albores del siglo XIX, el cabildo de Montevideo certificó la existencia de los Candombes, a los que llama alternativamente Tangos o Tambos, prohibiéndoles llevar a cabo su actividad escénica bajo el argumento de la lesión a la moral pública y castigando a sus cultores. Una resolución del Cabildo de Montevideo de común acuerdo con el gobernador Francisco Javier Elío del 26 de setiembre de 1807, cuyo título es "Sobre Tambos bailes de negros" reza: "Que respecto á q. los Bailes de negros son por todos motivos perjudiciales, de prohivan absolutam. dentro y fuera de la Ciudad, y que se imponga al que contrabenga el castigo de un mes álas obras publicas". En el Índice General de Acuerdos, un libro manuscrito de esa misma época, se utiliza la palabra Tangos por Tambos.
Si bien el tango reconoce lejanos antecedentes africanos, latinoamericanos y europeos, sus orígenes culturales se han fusionado de tal modo que resulta casi imposible reconocerlos.
Se sabe que el argot del tango, el lunfardo, está plagado de expresiones italianas y africanas; que su ritmo y clima nostálgico tiene un cercano parentesco con la habanera cubana; y que «tango, milonga, malambo y candombe», son parte de una misma familia musical de raíces africanas y también de las costumbres provenientes de los gauchos que migraron a la ciudad.
Sin embargo el tango no se confunde ni deriva de ningún estilo musical en particular. Ernesto Sábato dijo que por sobre todas las cosas el tango es un híbrido, una expresión original y nueva que deriva de una movilización humana gigantesca y excepcional.
El tango apareció en el Río de la Plata y sus zonas de influencia. En la presentación conjunta de Argentina y Uruguay ante la UNESCO para el reconocimiento del Tango como patrimonio inmaterial de la humanidad, reza: "El Tango nació entre las clases bajas de ambas ciudades [Buenos Aires y Montevideo] como una expresión originada de la fusión de elementos de las culturas afroargentinas y afrouruguayas, auténticos criollos e inmigrantes europeos. Como resultado artístico y cultural de este proceso de hibridación, el Tango es considerado hoy en día como uno de los principales signos identitarios del Río de la Plata." Otras fuentes afirman que surgió primero en Buenos Aires y en la zona del actual Gran Buenos Aires, en la segunda mitad del siglo XIX, en el marco socio-cultural de las grandes oleadas migratorias de los más variados orígenes internos y externos, que recibió entonces esa región. Por su parte, el escritor argentino Jorge Luis Borges dijo: "Buenos Aires, Montevideo y Rosario son los tres lugares que se han disputado el nacimiento del tango", cosa que se asemeja bastante a la realidad de la temática.
Otros puertos fluviales como en Campana y Zárate también registran antiguos antecedentes tangueros. Se trató de una música eminentemente popular, rechazada y prohibida por las clases altas y la Iglesia Católica, por lo que se desarrolló en los barrios pobres de los suburbios (los arrabales), los puertos, los prostíbulos, los bodegones y las cárceles, donde confluían los inmigrantes y la población local, descendientes en su mayoría de indígenas y esclavos africanos.
Allí se fueron fusionando libremente las formas musicales más diversas (candombe, payada, milonga, habanera, tango andaluz, polca, vals, etc.), provenientes de los orígenes más diversos (africanos, gauchos, hispanos coloniales, indígenas, italianos, judíos, alemanes, andaluces, cubanos, etc.), hasta formar el tango. Se estima que la transición duró alrededor de cuarenta años para afianzarse como un género plenamente constituido en la última década del siglo XIX.
En 1857, el músico español Santiago Ramos compuso uno de los primeros temas de aire tanguero que se conozca, Tomá mate, che, un tango con letra rioplatense pero con arreglos musicales de estilo andaluz. El tema formaba parte de la obra El gaucho de Buenos Aires, estrenada en el Teatro de la Victoria. En 1874 se ha documentado el primer tango que alcanzó difusión popular masiva. Se trata de El queco, también de estilo musical andaluz, con una letra sobre las «chinas» (las mujeres argentinas de origen indígena o africano) que trabajaban de prostitutas en los burdeles.
En 1876 se hizo muy popular un tango-candombe llamado El mereguengué, que se convirtió en éxito en los carnavales afroargentinos que se celebraron en febrero de ese año. Se interpretaba con guitarra, violín y flauta, además de los tambores de candombe afroargentino (llamador y repicador).
El bandoneón, que le dio forma definitiva al tango, recién llegaría al Río de la Plata allá por el 1900, en las valijas de inmigrantes alemanes. No existen partituras de esta etapa originaria, porque los músicos de tango de entonces no sabían escribir la música y probablemente interpretaban sobre la base de melodías existentes, tanto de habaneras como de polcas. La primera partitura de la que existe registro (pero sin autor) es La canguela (1889) y se encuentra en el Museo de la Partitura de la Ciudad de Rosario. Por otro lado, del primer tango porteño, que se tiene registro (con autor registrado) es El entrerriano ―estrenado en 1896 e impreso en 1898― del afroargentino Rosendo Mendizábal
Los títulos procaces pueden ser consultados en un anexo especial. Varios años después, a partir de los años treinta, los gobiernos militares y autoritarios, prohibieron las letras y títulos, por lo que la mayoría de ellos desaparecieron, mientras que otros fueron rescritos, como el famoso Concha sucia, que fue rescrito por Francisco Canaro como Cara sucia.

CARLOS GARDEL.- El cantautor símbolo mundial del tango.




Poco antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial en 1914 el emperador de Alemania, Guillermo II prohibió que los oficiales prusianos bailaran el tango si vestían uniforme. El órgano oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, apoyó abiertamente la decisión en los siguientes términos:
El káiser ha hecho lo que ha podido para impedir que los gentilhombres se identifiquen con la baja sensualidad de los negros y de los mestizos. ¡Y algunos van por ahí diciendo que el tango es como cualquier otro baile cuando no se lo baila licenciosamente! La danza tango es, cuanto menos, una de aquellas de las cuales no se puede de ninguna manera conservar ni siquiera con alguna probabilidad la decencia. Porque, si en todos los otros bailes está en peligro próximo la moral de los bailarines, en el tango la decencia se encuentra en pleno naufragio, y por este motivo el emperador Guillermo lo ha prohibido a los oficiales cuando estos vistan uniforme.
En aquellos años, en los que los hijos de familias ricas llevan a París el tango que habían aprendido en su frecuentación de los lupanares, comienza una nueva era para el género, con el aporte de músicos mejor preparados y la incorporación de letras evocativas del paisaje del suburbio, de la infancia y de amores contrariados.
La canción de tango comenzó a interpretarse desde 1850, pero no era tal porque el estilo vocal estaba ligado a la habanera y tangos españoles, sin una personalidad tanguera definida. Los cantantes de entonces no eran profesionales ni tampoco se conocía la voz del tango. El tango se cantaba como tango milongueado y los versos eran picarescos, lo que escandalizaba a la alta sociedad porteña. Los cantantes de que se habían destacado en la primera década de 1900 fueron Lola Membrives, Linda Thelma y Ángel Villoldo, entre otros. Los primeros éxitos de aquel tango fueron Hotel Victoria, El porteñito y el gran suceso La morocha de 1908. En Buenos Aires había gran cantidad de cantores que interpretaban estilos nacionales, zambas y chacareras.
Carlos Gardel, quien se inició como payador alrededor de 1910, es el más recordado cantante de tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero, el poeta Alfredo Le Pera. Gardel, que comenzó su carrera en comités políticos de los suburbios fabriles de Buenos Aires, cantó en París y en Nueva York, filmó varias películas en EE. UU. Se convirtió en un mito para los rioplatenses cuando murió en un accidente de aviación en Medellín (Colombia). Algunos de los tangos famosos de esta primera época son La cumparsita, El choclo, Caminito, El día que me quieras, Por una cabeza, etc.

EDAD DE ORO
Músicos como Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Juan D´Arienzo, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Sofía Bozán, Ignacio Corsini, Enrique Maciel, Agustín Magaldi, Rosa Quiroga, integraron lo que se conoció como la «nueva guardia» del tango en aquella época. Entre ellos, muchos fueron los descendientes de inmigrantes italianos, como Osvaldo Pugliese (apodado «el Santo del Tango»).
La del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje éste que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.
Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo (1900-1976), Carlos Di Sarli (1903-1960), Osvaldo Pugliese (1905-1995), Aníbal Troilo (1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d’Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo ―Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi― dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos.

AÑOS SESENTA Y SETENTA



El dúo Ástor Piazzolla-Horacio Ferrer, decisivos en la renovación del tango en los años sesenta. Desde fines de los años cincuenta comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Ástor Piazzolla. Ástor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Béla Bartók, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género.
La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Ástor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron un valsecito tanguero, Balada para un loco, interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que Balada para un loco ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.
El dúo Piazzola y Ferrer realizaron otras obras de amplia difusión popular como el tango Chiquilín de Bachín (1968) o la «ópera-tango» María de Buenos Aires (1967), que incluye la bella Fuga y misterio. Piazzolla aportaría composiciones fundamentales como sus Cuatro estaciones porteñas (Verano porteño, Otoño porteño, Invierno porteño y Primavera porteña), la serie del ángel (entre ellas Milonga del ángel y La muerte del ángel), Libertango, Decarísimo y por sobre todas Adiós Nonino, a la muerte de su padre.
Piazzolla también aportó decisivamente a la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el subgénero conocido como rock nacional argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años sesenta.
En esas dos décadas de renovación surgieron también otros autores e intérpretes de gran importancia como Eladia Blázquez (Con el corazón al sur, Si Buenos Aires no fuera así, Sueño de barrilete, etc.), Chico Novarro (Cordón, El balance, Cantata a Buenos Aires), Cacho Castaña (Café La Humedad), el Sexteto Tango, el octeto coral Buenos Aires 8, con un álbum excepcional en 1970, Buenos Aires Hora 0, las nuevas sonoridades introducidas por Osvaldo Berlingieri (1928) desde el piano43 y su asociación con Ernesto Baffa (Baffa-Berlingeri), la voz juvenil y romántica de Susana Rinaldi, la madurez compositiva de Leopoldo Federico (El último café, Qué falta que me hacés), el revolucionario álbum Concepto (1972) de Atilio Stampone, Rodolfo Mederos a quien se consideraba como «la cabeza visible de una nueva música porteña en los años setenta», etc. También debe mencionarse aquí al último Goyeneche de la «garganta de arena» según el cantautor Cacho Castaña que desarrolló el arte de «decir» el tango, cuando paradójicamente alcanzó el pico más alto de la devoción popular.
En estas dos décadas el tango sufrió también la confrontación generacional y contracultural que llevaron adelante los movimientos juveniles en todo el mundo, con expresiones como el verano del amor de 1967 y el movimiento hippie en EE. UU., el Mayo francés de 1968, que tuvieron en la música rock y en la revolución sexual, dos de sus códigos de referencia común. En la Argentina, esto se manifestó como una confrontación de contenido generacional entre tango y rock: el tango era la música de «los viejos»; el rock era la música de los jóvenes. Sin embargo, era justamente este declive del Tango como género musical y bailable que causaba un elevado interés por parte de muchos intelectuales argentinos. A partir de la escritura de varias interpretaciones historiográficas del tango una gran parte del campo intelectual ejercía una crítica social y política del país. La fuerte tendencia de peronización del campo intelectual se podía ver materializada en el nuevo interés que despertaba la historiografía del tango.

AÑOS OCHENTA EN ADELANTE
En 1983 se estrenó en París el espectáculo Tango argentino, creado y dirigido por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, coreografiado por Juan Carlos Copes, con la participación de bailarines como el propio Copes, María Nieves, Gloria y Rodolfo Dinzel, Pablo Verón, Miguel Zotto y Milena Plebs, y Virulazo y Elvira. La obra fue presentada en 1985 en Broadway (Nueva York), obteniendo un resonante éxito que marcó el renacimiento mundial del tango.
Desde hace pocos años (comenzando precisamente a partir de determinados períodos de la obra de Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock, heavy metal, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock, el heavy metal y la electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Idealtango, Narcotango, Gotan Project y Tanghetto. Entre aquellos que fusionan con el jazz, se puede encontrar al saxofonista y compositor Jorge Retamoza, al pianista Adrián Iaies, el contrabajista Pablo Aslan o al saxofonista Miguel de Caro, entre otros. Existen fusiones vinculadas con el metal en bandas como Arraigo, quienes incorporan instrumentos y melodías de tango, entre otras expresiones del folclore río platense.
Además, existen diversas orquestas en su mayoría conformadas por jóvenes músicos que pretenden rescatar y reinterpretar con nuevos códigos el tango, entre ellas se destaca… Puñaladas, Las Bordonas, Altertango, Alfredo Piro, y Astillero. A partir de los años noventa, varios músicos provenientes del rock nacional, como Daniel Melingo y Rodolfo Gorosito (Trío Gorosito-Cataldi-De la Vega) se volcaron al tango.
Como así también muchos jóvenes músicos formados dentro del tango comienzan a aportar nuevo repertorio y nuevos caminos a esta música. Entre ellos destacan: Nicolás Ledesma, Pablo Mainetti, Marcelo Mercadante, Ramiro Gallo, Sonia Possetti y Diego Schissi, el trío Tres X Tango, etc.
Cabe señalar que a partir del año 1999, el tango canción, comienza sistemáticamente a acercarse a la niñez. El 11 de diciembre, en el marco del Festival Buenos Aires Tango, en el Patio del Aljibe del Centro Cultural Recoleta, hizo su presentación la cantante y compositora de tango para chicos, Graciela Pesce que, según el historiador y académico Roberto Selles, inauguró un «estilo inédito en el género». Diez años después, "la maestra jardinera del Tango" (El Chamuyo Nro 82) recibiría el Premio Gobbi de Oro otorgado por la Academia Nacional del Tango de la República Argentina y presidiría junto a Olga Besio en el Festival y Mundial de Tango 2010, la primera mesa denominada «Los Chicos y el Tango», todo lo cual sienta un verdadero precedente de la inclusión del Tango en el mundo de la niñez.

LA GUARDIA JOVEN
En los años noventa y hasta la actualidad, comienza el movimiento denominado "La Guardia Joven". Esta generación joven es la encargada de hacer una síntesis de épocas. Sus repertorios incluyen tanto composiciones propias como obras de La Guardia Vieja (finales del siglo XIX hasta 1924 aprox.), La Guardia Nueva o "Decareana" (desde 1924 aprox. hasta la década de 1940), La edad de Oro (a comienzo de los años 40 y hasta finales de los 50) y La edad Contemporánea (con su superlativo exponente Astor Piazzolla). Se caracteriza por dejar de lado viejas rivalidades del tango (antinomias entre orquestas, cuestionamientos a la obra de Piazzolla, etc.) y a partir de dicha integración, colaborar a un nuevo renacer del tango. El maestro Rubén Juárez participa con muchos de ellos de las hoy ya históricas "Recaladas", funcionando como eslabón de generaciones. Algunos de los más destacados exponentes son: Ariel Ardit, Lidia Borda, Diego Schissi, Cristian Zárate, Horacio Romo, Pablo Agri, Hernán Genovese, Viviana Scarlassa, Noelia Moncada, Pablo Mainetti, Orquesta Típica Fernández Fierro, Orquesta El Arranque, La Chicana, Lautaro y Emiliano Greco, Esteban Riera, Hernán "Cucuza" Castiello, Chino Laborde, Rascasuelos, Tangocontempo, Sexteto Milonguero,Sonia y Hernán Posetti, Amores Tangos,Conciertos Atorrantes,China Cruel entre otros. Esta generación retoma la cultura de la "Recalada Tanguera", siendo El Bar de Roberto, Bar El Faro y Sanata Bar algunos de sus principales puntos de encuentro.
El tango es un arte de raíz suburbana, «arrabalero», derivado de su naturaleza popular. Cabe destacar el diferente origen de suburbio y arrabal, ahora considerados sinónimos. Arrabal es una palabra de origen árabe, que significaba ‘fuera de los muros’ en el caso de la ciudad amurallada de Montevideo. Surge y se desarrolla en los barrios de trabajadores que rodean a las ciudades rioplatenses: el «arrabal». Para el tango el arrabal es la musa inspiradora, el lugar de pertenencia que no se debe abandonar, ni traicionar, ni olvidar. Por sobre todas las cosas, el tanguero es un hombre (y una mujer) «de barrio». En el lenguaje del tango, el arrabal y el centro componen dos polos opuestos: el arrabal, muchas veces unido indisolublemente a los amigos y a «la vieja», expresa lo verdadero y lo auténtico, en tanto que el centro suele expresar lo pasajero, «las luces» que encandilan, el fracaso.
El sentimiento de pertenencia al arrabal ha llevado al tango a construir culturas de barrio, a darles personalidad. Sobre todo en Buenos Aires y Montevideo, el tango está indisolublemente ligado a la identidad de los barrios. La ciudad del tango es una ciudad vivida desde el arrabal.
Las temáticas del tango tocan la parte cotidiana del hombre simple, de barrio, quien a su vez se inspira en el desengaño, el deseo sexual, la tristeza, el quehacer cotidiano el tiempo. EL tango es ejecutado en 4 tiempos a pesar de ser llamado “El dos por cuatro” tiene una composición binaria de tema y estribillo. El tango tiene una característica única, por lo general, están excluidos los instrumentos de viento, metal y percusión; para quitarle las estridencias propias de estos instrumentos y así construir una sonoridad cálida, intima, capaz de transmitir la sensualidad que definió al genero desde sus comienzos. Lo clásico es que el tango se interprete mediante una orquesta típica o sexteto, siendo el bandoneón el alma del género. Tanto así que se dice en el hablar musical que el Bandoneón y el tango son la misma cosa, es decir que existe una comunión entre ambos, uno no es nada sin el otro por así decirlo. Hay que tener en cuenta que el bandoneón remplazo a la flauta, siendo este un instrumento de origen alemán y quien le da esa especial sonoridad a este genero. Es por tanto el bandoneón quien le da esa base rítmica y armónica al tango. Para fortalecer todo ello se incluye al piano quien sustituye a la guitarra, para esto se desarrolla una técnica especial tanguera, la cual se basa en la percusión rítmica. Es así como la base instrumental del Tango queda conformada como cuarteto de bandoneón, piano, violín y contrabajo, aunque también se puede incluir la guitarra, pasando a ser un quinteto.

Posteriormente haremos un analices sobre la letra y música de algunos temas clásicos del tango. Hablar de los géneros musicales es todo un mundo, no quiero cansarlos con tanta información pero cuando a uno le apasiona algo, a veces no mide en la extensión de las explicaciones....Gracias por su atención.

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